El endeudamiento se usó en Bogotá
como un instrumento de financiación para realizar obras públicas en anteriores
alcaldías, como por ejemplo para construir distintos tramos de troncales de
Transmilenio, reparar vías y realizar estudios para el SITP; por esas
ejecuciones, la ciudad debe 1,5 billones de pesos de estas obras.
La administración de Gustavo
Petro propone adicionar 4,3 billones de pesos a esta deuda con el fin de
construir el metro pesado, los cables aéreos, hacer conexiones en el sur de la
ciudad, poner en funcionamiento el Transmilenio por la Avenida Boyacá, el
estudio del mismo servicio masivo de transporte por la Avenida 68, ampliar el
Portal del Tunal y las estaciones en la Autopista Norte, reparar, rehabilitar y
construir colegios y hospitales públicos, costear obras antes financiadas por
valorización, así como ejecutar un tramo del metro ligero.
Es necesario mencionar que la
ciudad está en capacidad de endeudarse hasta por 6,5 billones sin que se
convierta en un problema financiero, y que una ciudad como Bogotá tiene que ser
dinámica, razón por la que no sólo durante esta administración sino también en
las siguientes, la ampliación de la infraestructura es necesaria para
incentivar el empleo, aumentar la competitividad de su producción, mejorar el
nivel de vida y agilizar los tiempos de movilidad de sus ciudadanos. Por lo tanto
es de vital importancia tener claridad en la forma en que se financiará el pago
de estas obras sea vía valorización, cupo de endeudamiento o una mezcla de
ambos instrumentos.
Sin embargo, no todo es color de
rosa. Apoyamos todo tipo de obras que realmente beneficien a la ciudad y esto
incluye que cuenten con los estudios técnicos y la aprobación de los bogotanos,
cosa que no pasa con el metro ligero, que parece ser una nueva improvisación
sobre la avenida 7a, pues pese a que hoy dos de los tres tramos se discuten a
través de asociaciones público-privadas, la administración todavía no ha
mostrado mediante criterios técnicos por qué un metro ligero (tranvía) es la
solución a la movilidad de un eje arterial de la ciudad, comprometiendo 315 mil
millones de pesos para tal fin.
Una aclaración adicional
necesaria es que pasar de valorización a cupo de endeudamiento no significa
reducir el pago de las obras, pues ahora estas no se van a pagarían primero y
se construirían después, sino que se ejecutarían por medio de una deuda que
después se saldaría con impuestos. Mi preocupación al respecto es que la
valorización fija criterios claros sobre el pago de las obras, en los que los
beneficiados son quienes las pagan, ahora por medio de endeudamiento somos
todos los bogotanos los que deberemos pagarlas en el futuro.
Por lo tanto es
necesario caminar con pies de plomo, para que las personas con ingresos bajos
no terminen pagando durante 20 años obras que mejorarían la movilidad de los
capitalinos.
Una tercera preocupación es que,
pese a que en la exposición de motivos del proyecto sobre el cupo de
endeudamiento se explica que se incluirá un grupo de obras anteriormente
pagadas con valorización, el texto del proyecto no determina cómo se usarán
estos recursos.
Ahora bien, nos gustaría contar
con su opinión acerca de este proyecto, y conocer si apoyaría un esquema en el
que las obras se deban pagar antes de hacerse, sean los beneficiados los que
las paguen y la contribución sea directa, o preferiría embarcarse en una deuda
para diferir el pago a 20 años en nombre de todos los ciudadanos.
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